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Orígenes

Corría el año 1839 cuando fue puesta de manifiesto la existencia del efecto fotovoltaico (producción de electricidad gracias a un material que pueda absorber la luz solar), por el físico Antoine Becquerel. Más tarde, hacia 1870 el profesor W. Grylls Adams y un estudiante suyo, R. Evans Day, experimentaron a cerca del efecto de la luz sobre el selenio, comprobando que se creaba un flujo de electricidad, que denominaron “fotoeléctrica”. Posteriormente, en 1885 Charles Fritts construyó el primer módulo fotoeléctrico, extendiendo una capa de selenio sobre un soporte metálico y recubriéndola con una fina película transparente de oro.
En el año 1941 fue descrita la primera célula fotovoltaica por R.S. Olh, pero no sería hasta la siguiente década que se empezaran a fabricar los primeros dispositivos. En concreto, el 25 de abril de 1953, los ejecutivos de Bell presentaron la denominada Batería Solar Bell, mostrando un panel de células fotovoltaicas que alimentaban una noria en miniatura, utilizando en lugar de selenio, silicio. Hans Ziegler, jefe de investigación sobre sistemas de suministro de energía del ejército estadounidense, tras visitar los Bell Laboratories, concluyó que la única aplicación factible era la construcción y lanzamiento de un satélite artificial. Esta se materializó con el anuncio del presidente Eisenhower, realizado el 30 de julio de 1955, de que América tenía planes para colocar un satélite en el espacio. A partir de este momento, las células solares fotovoltaicas entraban de lleno en el campo de acción de la industria espacial.

Mientras tanto, los avances a nivel terrestre eran menores. Primero fue Western Electric, quien las utilizó para alimentar líneas telefónicas en las zonas rurales de Georgia. Más tarde, en 1955, National Fabricated Products compró la licencia para la fabricación de células solares a Western Electric, para intentar el mejoramiento de su eficiencia. La primera empresa que intentó su comercialización fue la californiana Hoffman Electronics, en 1956, para introducirlas en campos de aplicación específicos (alimentación de lugares remotos alejados de la red).

No fue hasta 1973, que las investigaciones en tierra firme volvieron a tomar relevancia, de mano de Exxon (entonces denominada Esso) anunciando que su filial Solar Power Corporation “comercializaba módulos fotovoltaicos que serían competitivos con otras fuentes de energía en aplicaciones terrestres». Empezaron por utilizar, no silicio cristalino puro, como el utilizado en la industria de los semiconductores, sino silicio de rechazo de esta industria. Así lograron fabricar módulos a un coste de 10 $/Vatio, que se vendían a 20 $/Vatio. Los primeros mercados masivos de células fotovoltaicas se desarrollaron en primer lugar en torno a aplicaciones aisladas de la red eléctrica: señalización marítima mediante boyas luminosas, señalización ferroviaria, antenas de comunicaciones (telegrafía, telefonía, radio, TV, etc.).

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